Los arqueólogos fechan en 10.000 años los primeros campos de cultivo de cereales, siendo probable que el Cannabis Sativa fuese uno de esos primeros cultivos realizados por el hombre prehistórico. Las primeras pruebas de estos cultivos se han encontrado en lo que hoy en día conocemos como Taiwan, dónde los agricultores preparaban los terrenos de cultivo añadiendo semillas de cáñamo a la tierra, al descubrir que, los altos niveles de proteínas, vitaminas y amino-ácidos esenciales proporcionados por los cultivos de cáñamo eran perfectos para evitar el desgaste de la tierra con la sucesión de cultivos. Durante este primer periodo, el uso de semillas de cáñamo se hizo tan común, que terminó siendo esencial en el día a día de las primeras civilizaciones humanas.

Primeras apariciones escritas

La primera mención escrita sobre el cáñamo se encuentra en la primera farmacopea de la historia, la farmacopea de Pen Tsao Ching, escrita alrededor del año 6.000 a.C., dónde los antiguos médicos chinos determinaron que las plantas de cáñamo contenían órganos reproductores machos y hembras. Éste hecho dio lugar a las primeras variables para distinguir cáñamo de marihuana. Se consideró que el cáñamo industrial de altos tallos que se cortaban antes de la floración, tenía las propiedades reproductivas de una planta macho. Por otro lado, la marihuana, que se cultivaba durante periodos de tiempo mayores (hasta el final de la floración), fue considerada como la hembra de la especie. Este punto de vista se complementaba perfectamente con la filosofía taoísta del Yin y el Yang, por lo que se convirtió en un elemento más del día a día con el que se comerciaba y se fabricaban tejidos y remedios medicinales para la población.

No es hasta el año 2.737 a.C. cuando aparecen pruebas escritas del uso medicinal de la planta de Cannabis Sativa, en un texto del emperador chino Shen-Nung en el que detalla la extracción de aceite de las semillas para producir ungüentos tópicos para tratar erupciones e irritaciones en la piel.

Llegada a Europa

El cáñamo comenzó a extenderse y llegó a Europa, concretamente a la Grecia antigua, dónde las plantas de cáñamo se depositaban en lugares de enterramiento. Siglos después, en Inglaterra, Enrique VIII hizo cultivar cáñamo para hacer telas y materiales de construcción. A principios del siglo XVII, cruzó el Mediterráneo para establecerse como un cultivo común en Norteamérica con diferentes propósitos.

Durante el siglo XIX, el uso medicinal del cáñamo se vuelve más común tanto en Europa como en Norteamérica. Se establece su uso en tratamientos como dolor menstrual, reumatismo, rabia, epilepsia o tétanos.

Siglo XX

Y llegamos al siglo XX cuando, con la inmigración desde Centroamérica y Sudamérica, en EEUU se estabiliza el uso recreativo del cannabis. Las políticas propagandísticas anti inmigración de EEUU asociaron el incremento en el consumo de drogas al crecimiento de la inmigración, lo cual propulsó su inclusión en la ley antidrogas y criminalizó todos los productos industriales derivados del cáñamo.

En 1940, el químico orgánico Roger Adams fue el primero en aislar partículas de CBD del las plantas de cáñamo. 20 años más tarde otro químico, Raphael Mechoulam, consiguió aislar partículas de THC primero y, más tarde, fue capaz de aislar y estructurar todas las partículas contenidas en el cáñamo. Durante los años 80, la política antidrogas americana continuó endureciéndose de la mano de Ronald Reagan, quién destinó 10 millones de dólares para estudios científicos que confirmasen los daños que el consumo de cannabis provoca en el cerebro. En su lugar, los científicos resolvieron cómo los cannabinoides interactúan con el cuerpo humando, ocurriendo de esta forma el descubrimiento del Sistema Endocannabinoide.

Desde entonces se realizan multitud de estudios y análisis sobre las propiedades beneficiosas del uso de cannabinoides, gracias también a la regulación de su cultivo, comercialización y normalización del uso lúdico además del medicinal en ciertos estados de EEUU. En todo el mundo se comercializan ya una gran variedad de productos derivados del cáñamo: ropa, cosméticos, materiales de construcción… incluso alimentos y suplementos alimenticios para completar y mejorar la dieta de forma natural y sana.